Hoy, otra vez, sin ganas de salir de la cama, recién caliento el café, me pongo los lentes, y en la misma actitud de siempre, siento que mi día ya está perdido, perdido dentro de esas coordenadas de la responsabilidad y alrededores. Y quisiera no ser, no moverme, que el tiempo se detenga en espera del momento en que mi cuerpo se sienta listo para empezar. Pero mi cuerpo nunca se siente listo. ¿por qué me muevo? ¿por qué soy? ¿por qué cumplo? y es cuando me doy cuenta de que es imposible escapar de la sociedad, que no quiero abandonar a nadie en sus fantasías o necesidades, pero yo quiero abandonar todo.
Un lunes encontré una puerta pequeñita, como la de Alicia, ahí adentro estaba el escape de todo ese afuera insoportablemente humano. Un Berni con orejas blancas se metía muy apurado, traspasando el límite entre un mundo y el otro, y no sé que bicho me picó que instántaneamente supe "una irrealidad dentro de la realidad, para no terminar de abandonar toda la realidad". Ese era el lugar que estaba buscando.
Sobre la mesa: recipientes de bebidas bermejas, botellas de néctar color oro, galletas de miel, tazas de porcelana chocando, carcajadas y anécdotas sobre viajes interestelares.
Los personajes de ese mundo vivían en constante algarabía, yo sólo quería ser parte de esa eterna cofradía, como buenos personajes carroleanos no dudaron en tomarme como amiga.
El tetraedro en expansión nombrado "universo" movíase a lo lejos, micropartículas en interacción violenta. Dentro, el cubo de diminutas dimensiones con millones de pequeñas puertas por donde entrar y nunca salir. En su centro, la mesa, las tazas, y los tres, los cinco, los mil personajes irreales. Hasta que la burbuja empezó a consumirlo todo, con su negrura y su compresión sobre nuestras cabezas, las galletitas desaparecían, el pasto, los perros, los colectivos a vapor, los bancos, los personajes, se desfiguraban hacia la nada.
El final, en el fin de la nada, había luz y no me iluminaba a mí la luz, iluminábate. Dentro del oscuro, dentro de la irrealidad, dentro de la realidad: la intimidad.